El análisis de estos comicios se basa más en imponderables que en líneas rectas dictadas por encuestadoras y opiniones públicas.
Más convulsos de lo esperado han transcurrido los días previos al comienzo de la campaña electoral en Venezuela, que se iniciará el próximo jueves, 28 de octubre, de cara a los comicios regionales del 21 de noviembre, donde se elegirán a todos los gobernadores y alcaldes del país. Sin embargo, aún no sabemos con claridad a quién beneficia esta convulsión en el terreno propiamente electoral.
La definitiva extradición de Alex Saab paralizó la mesa de diálogo en México cuando más necesaria era para la oposición, que requiere conseguir condiciones y hacer valer un hipotético resultado favorable; aunque la misión europea puede ayudar en cumplir estos objetivos.
Tanto el Gobierno como la oposición saben que la debilidad opositora tiene que ver menos con las condiciones electorales exigidas que con la abstención de sus votantes. La división interna les hace mella, pero con una alta participación este sería un escollo menor.
Después de cinco años de convocatorias a la abstención, la oposición no ha creado un relato convincente de por qué, en esta ocasión, sí hay que ir a votar.
La abstención tiene múltiples determinaciones, pero la fundamental es la gran derrota política del 'gobierno paralelo'. Además, quedan líderes opositores de peso que no le están sumando entusiasmo a la elección (aunque sus partidos participen y tengan candidatos), sino que, por el contrario, siempre invocan la abstención implícita o explícitamente. Esto causa impacto en lo relacionado a sus votos duros, dirigidos por una derecha radical que no quiere quemar aún la nave del interinato.
Después de cinco años de convocatorias a la abstención, que dejaron la vía libre al chavismo en las presidenciales de 2018, las legislativas de 2020 y las regionales de 2017, la oposición no ha creado un relato convincente de por qué, en esta ocasión, sí hay que ir a votar.
El voto chavista, que llegó a 20 % del padrón electoral según el resultado de las últimas legislativas, puede vencer nuevamente si la abstención repite su nivel de los últimos procesos, como el de 54 % en las presidenciales y el de 71 % en las últimas parlamentarias.
El partido de Gobierno tiene una unidad muy construida y sólida, y las pequeñas formaciones del chavismo que se le enfrentarán en las regiones no han representado mayor competencia electoral. Además, las elecciones internas supusieron un verdadero cambio de rostro en tanto la renovación de candidaturas para gobernaciones y alcaldías supuso más del 70 % del total de cargos.
La oposición, en cambio, está rehaciendo su aparato pero no le queda más que un mes. Sin embargo, no puede negar que ha tenido todas las condiciones que cabría esperar en estos comicios, tomando en cuenta la situación legal en la que se encuentra después del alzamiento de Juan Guaidó y el golpe militar del 30 de abril de 2019.
La oposición tiene candidatos con liderazgo nacional para muchas gobernaciones importantes y la habilitación de la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) les impide la división que realmente existe, puesto que todos los partidos están unificados en torno a ella. Además, esta tarjeta, recientemente rehabilitada, viene de ser victoriosa en 2015 y tiene proyecciones nacionales.
No obstante, el análisis de esta elección se basa más en imponderables que en líneas rectas dictadas por encuestadoras y opiniones públicas.
Imponderables para las elecciones del 21 de noviembre
1- La abstención
Es muy difícil prever la abstención. A falta de que comience oficialmente la campaña electoral, no se perciben muchos ánimos políticos. Las calles de Venezuela aún lucen frías políticamente. La alta abstención ha signado los últimos eventos electorales y siendo esta una elección regional y no presidencial, se da por sentado que se mantenga en altos niveles.
Sin embargo, la presencia de candidatos opositores que se encontraban inhabilitados, la recuperación de la tarjeta de la MUD, la misión electoral de la Unión Europea y la despolarización que logró la mesa de negociación en México pueden hacer que la abstención decaiga lo suficiente como para hacer la partida más pareja que en años anteriores.
El Gobierno, además, está por primera vez a la defensiva en torno al discurso del diálogo, porque se ha retirado de la mesa en México y no puede acusar a la oposición, como en otras ocasiones, de romper negociaciones y evitar salidas.
El tema Alex Saab no necesariamente tendrá efectos en el área electoral, aunque puede despertar ideas en los radicales opositores de que solo una intervención internacional puede superar la crisis y, con esto, aferrarse a las tesis abstencionistas de la melancólica frase de 'todas las cartas están sobre la mesa'.
2- La emigración
Hay imponderables más estructurales como la emigración, calculada en torno a los 5 millones, en su gran mayoría con edades que forman parte del padrón electoral. Se podría determinar por resultados recientes, especialmente en las parlamentarias de 2020, cómo esta afectó a las filas chavistas, pero aún no sabemos cómo pudo disminuir el voto opositor.
Si lograra abatir a la abstención, la oposición podría recuperar parte de los cargos públicos; pero de no hacerlo, el mapa quedaría nuevamente enrojecido, tal como en el presente, donde el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tiene 19 de las 23 gobernaciones y 310 de las 335 alcaldías.
3- Medidas económicas
También podría afectar al voto chavista las medidas de liberalización económica adoptadas por el Gobierno, especialmente en lo relacionado con la dolarización y la sustitución efectiva del Bolívar. Estas medidas macroeconómicas, que se sintieron con mayor fuerza durante la pandemia, podrían acentuar su merma electoral.
En las últimas parlamentarias de 2020 el chavismo logró 4.321.975 votos en su lista, un número muy inferior a las parlamentarias de 2015, donde sacó 5.625.248 votos. En 2021, pasado el peor momento de la pandemia, la profundización de estas medidas económicas pueden amainarle más su votación, especialmente su voto duro, que podría no terminar de comprender las medidas tan heterodoxas aplicadas.
División en la oposición
Sin embargo, eso no es lo que pareciera que va ocurrir. Los imponderables hacen peso sobre todo en contra de una oposición, que viene derrotada políticamente y no ha sabido hacerle frente de manera unitaria a la nueva situación para poder explicar por qué ahora sí hay mínimas condiciones y no en los comicios presidenciales de 2018, que eran mucho más importantes.
Si la oposición no aprovecha la coyuntura y genera entusiasmo en la campaña, el partido de Gobierno repetirá los resultados de las anteriores elecciones regionales.
Recientemente, el excandidato presidencial y quien se posiciona como líder opositor en esta nueva etapa electoral, Henrique Capriles, declaró la muerte del interinato. Por primera vez, criticó a los líderes que juegan a la abstención electoral opositora para que no haya una reconfiguración que haga viable un triunfo presidencial. Con ello, abre una zanja interna a la oposición entre un ala radical, que aún cuenta con la figura de Juan Guaidó, y un ala electoral, que parece que va posicionándose y logra obtener condiciones por la vía de la negociación directa con el Gobierno.
Esta división hace que quede descartada alguna pataleta de último minuto, y un retiro opositor de la competencia.
Así, podría decirse que la pelota está del lado opositor. Si no aprovecha la coyuntura y genera entusiasmo en la campaña, el partido de Gobierno repetirá los resultados de las anteriores elecciones regionales.
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