El fitomejoramiento ha surgido como una alternativa prometedora en medio de los bruscos cambios medioambientales de los últimos años.
El cambio climático también amenaza la seguridad alimentaria en el mundo. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advirtió que “los episodios climáticos extremos cada vez más frecuentes e intensos tendrán un impacto negativo en la disponibilidad de alimentos, el acceso a los mismos, su estabilidad y su utilización, así como en los bienes y oportunidades de los medios de vida tanto en zonas rurales como urbanas”.
En este contexto, el fitomejoramiento ha surgido como una alternativa prometedora para hacer frente a los cambios del clima que afectan la producción global de alimentos. Esta práctica consiste en acelerar las mutaciones genéticas espontáneas en las plantas para obtener nuevas variedades, o en este caso, ejemplares con capacidad de adaptación a los nuevos desafíos que supone el cambio climático en la agricultura.
Cada vez son más las compañías que le apuestan a este método de producción. A continuación algunas de los mejores alimentos Fitomejorados y recomendadas por el diario The New York Times:
Cerezas resistentes al calor
Los árboles cerezos se caracterizan por requerir un período de “horas de frío” para producir la fruta. Esto implica un mes de temperaturas entre 32 y 45 grados Fahrenheit (0 a 7 grados celcius) durante el invierno. Sin embargo, con el aumento de las temperaturas incluso en épocas de invierno, muchas regiones están luchando para encontrar maneras de proporcionar estas horas de frío necesarias y continuar cultivando esta fruta.
La solución podría provenir de la variedad “Cheery Cupid” desarrollada por International Fruit Genetics, que recientemente fue adquirida por Bloom Fresh International. Estas cerezas, además de tener una peculiar forma de corazón, requieren sólo un tercio del frío habitual, lo que las hace más tolerantes al clima cálido y más aptas para sobrevivir a inviernos cada vez más inusuales.
No solo son resistentes, sino que también son más jugosas y dulces que otras variedades de cerezas, lo que las convierte en una opción prometedora para los consumidores.
Coliflor que soporta el sol
La coliflor es un vegetal particularmente sensible a la luz solar. Cuando está lista para la cosecha, sus hojas verdes se abren y exponen la cabeza blanca, conocida como “cuajada”.
Sin embargo, la exposición excesiva al sol puede hacer que esta se manche y adquiera un tono beige, lo que la hace menos atractiva para los consumidores. Para evitar esto, los agricultores suelen doblar manualmente las hojas sobre la cuajada, una práctica costosa y laboriosa.
La solución la tiene “Destinica true-white”, una variedad de coliflor desarrollada por Syngenta Vegetable Seeds. Esta coliflor esencialmente no se quema con el sol, lo que elimina la necesidad de doblar las hojas antes de la cosecha. Además de ser resistente al cambio climático, es más amigable con el suelo pues “requiere menos fertilizantes nitrogenados y puede prosperar durante períodos secos prolongados” se explica en The New York Times.
Melones de raíces largas
Los melones, un cultivo emblemático de algunas regiones, también enfrentan desafíos debido al cambio climático. En 2011, melones contaminados con una bacteria llamada listeria, cobraron la vida de 33 personas en Colorado, Estados Unidos, lo que llevó a investigadores del Centro de Mejora de Hortalizas y Frutas de Texas A&M a buscar soluciones.
Además de la seguridad alimentaria, se necesitaban melones que pudieran resistir las condiciones de sequía cada vez más comunes y como respuesta a esto, se han desarrollado dos nuevas variedades de melones, el “Supermelon” y el “Flavorific”.
Estas variedades tienen un sistema de raíces más profundo, lo que les permite extraer más agua del suelo y, como resultado, son menos dependientes de un constante riego. Además de su resistencia a la sequía, estos melones son conocidos por su dulzura y pulpa consistente, lo que los hace atractivos para los consumidores.
Moras y mostaza
Los científicos de Pairwise en Carolina del Norte han adoptado la tecnología de edición genética CRISPR, que consiste en tomar ADN de una especie e implantarlo en otra diferente, para acelerar la creación de cultivos resistentes al cambio climático y una de sus primeras victorias ha sido la eliminación del gen que confiere a la mostaza verde su característico sabor picante, lo que ha dado lugar a una nutritiva mezcla para ensaladas llamada “Conscious Greens”.
Sin embargo, su objetivo a largo plazo es desarrollar moras sin espinas, que requieren menos tierra, agua y fertilizantes. Esto no sólo facilitaría la recolección, sino que también reduciría la huella ambiental que deja su producción.
Zanahorias resistentes a la salinidad
La zanahoria es otro cultivo en el centro de la atención de los fitomejoradores. El profesor Phil Simon de la Universidad de Wisconsin-Madison ha estado trabajando durante más de una década en el desarrollo de zanahorias cuyas semillas puedan germinar en suelos salinos, calurosos y secos.
Esto es especialmente importante en áreas propensas a sequías, donde la falta de humedad suficiente para diluir las sales minerales del suelo puede afectar gravemente la germinación de las semillas y el crecimiento de las zanahorias.
Para esto, el Dr. Simon propone cruzar zanahorias tradicionales dulces con zanahorias silvestres que puedan soportar el calor, como la especie de zanahoria blanca que crece en Turquía, donde las temperaturas llegan a ser excesivamente altas. Sin embargo, asegura que este desafío requerirá años de investigación y cría selectiva antes de alcanzar el objetivo.
Papas para la sequía
La papa es uno de los alimentos básicos en muchas dietas alrededor del mundo, al ser cultivada en más de cien países y también enfrenta amenazas existenciales debido al cambio climático.
Esta hortaliza tradicionalmente necesita de un suministro constante de agua y de un clima fresco, cada vez menos comunes con el aumento del calentamiento global.
Los investigadores de la Universidad de Maine, en colaboración con el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos y la industria de la papa, están buscando en Sudamérica y en las variedades tolerantes al calor del sur de Estados Unidos, pistas genéticas que puedan ayudar a las papa a sobrevivir al calor extremo y a las inundaciones. Además, se están explorando estrategias para combatir las nuevas plagas y enfermedades que acompañan a este tipo de ecosistemas.
Aguacates con menos agua
Si bien el aguacate Hass (también conocido como palta en algunos países) ha sido el protagonista indiscutible en el mundo del guacamole, una nueva variedad más ecológica llamada Luna UCR podría cambiar la escena en los próximos años.
Este aguacate, aseguran los catadores, tiene un sabor a nuez, suave y quizás un poco más dulce que el Hass; ha estado en desarrollo durante 50 años y es fruto del trabajo de fitocultivadores de la Universidad de California en Riverside, que alberga una de las colecciones de material genético de aguacate más grandes del mundo, en asociación con la empresa agrícola europea Eurosemillas SA.
Lo más notable del Luna UCR es su enfoque en la sostenibilidad. Los árboles son delgados, más bajos y requieren menos espacio que las variedades de aguacate tradicionales. Además, son más eficientes en el uso del agua, una característica crucial para una fruta que suele necesitar riego extensivo.
También tienen la capacidad de producir más fruta en menos tierra, lo que no solo es beneficioso desde una perspectiva ambiental, sino que también reduce los costos laborales, según Eric Focht, investigador asociado que participó en el desarrollo del Luna URC.
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