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Ciencia le da pelea al Alzhéimer: cómo actúa la molécula que facilita la recuperación de la memoria

Una proteína del sistema nervioso demostró que puede rejuvenecer los cerebros envejecidos. Por qué este avance preliminar, registrado en un experimento con ratones, puede ser prometedor para el futuro en humanos.

¿Que pasaría si existiera una formula natural para revertir la pérdida de la memoria? La memoria y las funciones cognitivas del cerebro humano se van deteriorando a medida que pasa el tiempo y los científicos vienen buscado entender por qué sucede. Ahora han descubierto una fórmula prometedora: se trata del líquido cefalorraquídeo de cerebros más jóvenes.


Investigadores de EE UU han encontrado una molécula que rejuvenece los cerebros envejecidos y permite recuperar la memoria. Se trata de un avance aún muy preliminar y observado solo en ratones. No tendría importancia si no estuviese dirigido a buscar nuevas formas de atacar a una enfermedad devastadora, sin cura y con una incidencia creciente a nivel global: el alzhéimer, la llamada epidemia silenciosa porque comienza a matar neuronas unos 20 años antes de que se manifiesten los primeros síntomas.


La búsqueda de un tratamiento contra esta enfermedad neurodegenerativa es uno de los objetivos más infernales de la biomedicina. El cerebro humano es una inmensidad de 100.000 millones de neuronas que forman unos 100 billones de conexiones entre sí. Lo mejor y lo peor de la mente humana surge de esta materia orgánica de apenas un kilo y medio de peso.


Los científicos han estado tratando de desentrañar los misterios de por qué la memoria disminuye con la edad durante décadas. Ahora han descubierto un posible remedio. “El líquido cefalorraquídeo (LCR) de ratones jóvenes puede mejorar la función de la memoria en ratones más viejos”, informan los investigadores según detalla la revista científica Nature.


Una infusión cerebral directa de LCR joven probablemente mejora la conductividad de las neuronas en ratones envejecidos, lo que mejora el proceso de creación y recuperación de recuerdos. El equipo también sugiere que las mejoras se deben en gran parte a una proteína específica en el líquido.


“Esto es súper emocionante desde la perspectiva de la ciencia básica, pero también desde la perspectiva de las aplicaciones terapéuticas”, explicó Maria Lehtinen, neurobióloga del Boston Children’s Hospital en Massachusetts.


El CSF es la versión del plasma del sistema nervioso central: una sopa de iones y nutrientes esenciales que protege el cerebro y la médula espinal y es esencial para el desarrollo normal del cerebro. Los médicos lo usan con frecuencia como un indicador de la salud del cerebro y un biomarcador de enfermedades neurológicas. Pero a medida que los mamíferos envejecen, el CSF pierde algo de fuerza. Esos cambios podrían afectar las células relacionadas con la memoria, dice el coautor Tal Iram, neurocientífico de la Universidad de Stanford en California. “¿Podríamos hacer algo al respecto volviendo a exponer estas células a LCR más joven?” ella preguntó.


El primer paso para Iram y su equipo fue brindarles a los ratones envejecidos una experiencia que recordarían. El equipo aplicó a ratones de 20 meses de edad tres pequeñas descargas eléctricas en el pie junto con varios destellos de luz y sonido, para crear una asociación entre las luces y la descarga. Luego, los investigadores infundieron los cerebros de un grupo de 8 ratones con LCR de ratones de 10 semanas de edad, mientras que un grupo de control de 10 ratones recibió LCR artificial.


Después de tres semanas, los ratones se enfrentaron a los mismos sonidos y luces, pero esta vez sin shock, recreando el contexto del miedo sin la acción real que los induce. Casi el 40 % de los ratones que recibieron LCR joven recordaron la conmoción y se congelaron de miedo, pero eso sucedió solo en alrededor del 18 % de los ratones que recibieron LCR artificial. Los hallazgos sugieren que el LCR joven puede restaurar algunas declinaciones en las habilidades del cerebro envejecido. “La implicación más amplia es que el cerebro aún es maleable y hay formas de mejorar su función”, dice el coautor Tony Wyss-Coray, neurocientífico de Stanford. “No todo está perdido”.

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