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Científicos descubren el eslabón perdido que provoca el asma grave

Una nueva investigación hecha en San Francisco, EEUU, encontró un vínculo entre la exposición a componentes bacterianos y la enfermedad respiratoria. Los hallazgos abren la puerta a nuevas terapias.

Los científicos han identificado una sola molécula que explicaría cómo las bacterias pueden desencadenar uno de los tipos más graves de asma, un hallazgo que identifica por primera vez el “eslabón perdido” entre la exposición a los componentes bacterianos y la inflamación extrema de las vías respiratorias de los pulmones. Los resultados de la investigación fueron publicados en Science Translational Medicine.


El nuevo estudio no solo aclara cómo una forma grave de asma afecta a los pacientes, sino que además subraya cómo la disbiosis bacteriana (alteraciones en las bacterias beneficiosas en medio de la exposición a formas patógenas) afecta a los pulmones vulnerables.


El asma es un trastorno inflamatorio crónico en el que las vías respiratorias se estrechan, lo que dificulta la respiración y provoca tos u opresión en el pecho. Los ataques de asma pueden variar de leves a potencialmente mortales. Las causas del asma no están claras, pero se cree que una variedad de influencias ambientales, incluidos alérgenos, bacterias, toxinas y virus, exacerban la afección, y la genética puede desempeñar un papel.


Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que, en 2019, el asma afectó a 262 millones de personas y causó 461.000 muertes. Es una enfermedad crónica caracterizada por ataques recurrentes de falta de aire y sibilancias, y afecta a personas de todas las edades. Es la enfermedad crónica más común entre los niños.


Los médicos alguna vez pensaron que había un solo tipo de la enfermedad, pero la investigación ha demostrado que hay dos tipos de asma: tipo 2, que es inflamatorio e incluye asma alérgica, y no tipo 2. En un tipo de asma alérgica, el cuerpo genera también mucha inmunoglobulina E en respuesta a desencadenantes como el polvo o la caspa de las mascotas, por ejemplo.


Si bien existe una variedad de tratamientos para el asma, muchos de ellos se dirigen a la inflamación impulsada por citoquinas tipo 2 que afecta a aproximadamente la mitad de los pacientes con asma. Faltan tratamientos para las personas con otros tipos de asma. Aunque el asma se ha asociado con infecciones bacterianas y disbiosis (modificación de la flora microbiótica que reduce las cepas beneficiosas en pos de un aumento de las dañinas), no está claro exactamente cómo las bacterias desempeñan un papel en el trastorno.


Se cree que el asma grave se debe a la disbiosis bacteriana, pero el mecanismo que los une sigue sin estar claro. Algunas investigaciones previas buscaron comprender este mecanismo, identificando a la proteína oncostatina M como un mediador del asma grave. Su bloqueo con un anticuerpo redujo los síntomas graves relacionados con el asma en ratones después de la exposición a estímulos bacterianos. Juntos, estos hallazgos respaldan un mayor desarrollo de anticuerpos y otros medicamentos dirigidos a la oncostatina M como tratamiento para el asma grave. La nueva investigación ahora ha encontrado un vínculo mecánico entre los gérmenes y el asma.


Un componente importante de las membranas celulares bacterianas es una molécula llamada lipopolisacárido (LPS), que puede desencadenar la actividad de moléculas proinflamatorias, incluida una citoquina llamada oncostatina M (OSM). En el reciente estudio, cuando los investigadores analizaron biopsias de pacientes con asma, determinaron que los niveles de OSM eran anormalmente altos. Un descubrimiento que también se ha asociado con otros trastornos inflamatorios.

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