El instrumento creado por los científicos estadounidenses marca en forma simbólica el tiempo de la vida que le queda al hombre en la Tierra. La guerra en Ucrania y el cambio climático incidieron en su adelantamiento.
90 segundos es un minuto y medio. Y ese es el “tiempo” que le queda a la humanidad antes de la destrucción masiva, del apocalipsis o, en inglés, el doomsday. Así lo afirmó recientemente el Reloj del Juicio Final, una herramienta simbólica creada por científicos atómicos para visualizar el tiempo respecto a la probabilidad de que la humanidad desaparezca de la faz de la Tierra.
Por ello, el símbolo confeccionado por científicos, que muestra una estimación de cuán cerca está la humanidad de desaparecer, se situó este año a 90 segundos de la hora decisiva, el momento en el que más cerca ha estado desde su creación en 1947.
Los expertos que manejan sus agujas o manecillas, aseguran que la guerra en Ucrania, la falta de acuerdo nuclear con Irán, el avance del cambio climático y hasta el COVID-19 interminable, están entre los factores que llevaron a esta conclusión. Según explicó la presidenta de la entidad Científicos Atómicos, que maneja el polémico reloj, Rachel Bronson, esta decisión es una consecuencia de “los peligros crecientes de la guerra en Ucrania”, siendo la primera vez en tres años que se modifican las agujas del reloj, que estaban a 100 segundos desde la medianoche de 2020.
Más allá del cambio climático, las razones se centran en el conflicto ruso-ucraniano y en las consecuencias que pueden suceder si la guerra sigue escalando en intensidad, a casi un año de su comienzo. Puntualmente, se centra en el peligro del uso de armas nucleares, algo que ha insinuado el presidente ruso Vladimir Putin. “Si muchos rusos ni siquiera creen que hay una guerra, es muy preocupante la desinformación porque no ejercer la presión apropiada sobre sus líderes”, manifestó Bronson.
“Si te fijas en lo que está sucediendo en Ucrania, los desastres climáticos… es muy difícil decir que las cosas están mejorando”, expresó Daniel Holz, el copresidente de la junta. Además, admitió que les gustaría “muchísimo retrasar el reloj”, pero tienen “que responder a lo que sucede en el mundo”. “El gobierno de EEUU, sus aliados de la OTAN y Ucrania tienen una multitud de canales para el diálogo. Instamos a los líderes a explorarlos todos al máximo para hacer retroceder el reloj”, aseguró Rachel Bronson, el presidente de la organización pacífica.
“Si muchos rusos ni siquiera creen que hay una guerra, es muy preocupante la desinformación porque no ejercer la presión apropiada sobre sus líderes”, manifestó.
Además del escenario bélico en el este europeo, la entidad también contó con otros panoramas pesimistas, como la crisis climática, la posibilidad de la aparición de más pandemias luego del COVID-19 o la ausencia de un acuerdo nuclear con Irán.
El problema del consumo
“Lo que hoy en día se observa son evidencias muy claras de cómo el hombre está afectando seriamente el planeta en múltiples aspectos: la energía que gasta, los alimentos que consume, la degradación del medio ambiente, como elimina especies tanto vegetales como animales. Y a eso hay que sumarle el hecho de que en realidad el consumo por habitante es muy distinto dependiendo de qué país se viva. Si en los países más pobres se consumiese lo mismo que los más desarrollados, la situación sería extremadamente peor, explicó a Infobae el físico argentino Jorge Aliaga.
“La evidencia nos indica que no hay manera de que todos los seres humanos consuman igual de lo que consumen los más ricos. Entonces la única alternativa es realmente que el ser humano se plantee una redefinición de muchos aspectos que obviamente tiene que ser igualitaria, ya que no puede ser que los países pobres tengan que quedarse como pobres y los que son países ricos, sigan consumiendo de igual manera. Eso no es humanamente correcto. Ha habido un gran aumento tecnológico y obviamente se ha incrementado la cantidad de años de vida del ser humano. La ciencia y la tecnología han avanzado, en buena parte gracias a que el ser humano encontró a los combustibles fósiles como fuente de energía: primero el carbón, luego la energía de petróleo. Y sus derivados todavía siguen siendo una fuente de energía más barata que todavía no hay forma de reemplazar masivamente”, agregó el investigador del Conicet.
Para Aliaga, el seguir usando combustible fósiles, conviene desde el punto de vista económico, aunque eso genere aumento de otros problemas como la contaminación ambiental. Y también sucede que por otro lado, que todavía no hay un desarrollo de otras energías alternativas o en particular como almacenar esas energías alternativas que son renovables, porque el problema con las energías tanto solar como eólica es que dependen mucho del momento que se generan.
“Entonces, todavía no tenemos capacidad para almacenar energía eólica cuando hay viento para cuando no lo hay o energía solar cuando estamos de día o con sol para cuando cae la noche o cuando está nublado. Por eso también seguimos dependiendo de fuentes de energía que sean continuas. Incluso, si uno pasase a todas las energías más costosas que el combustible fósil, obviamente eso implicaría o bajar el nivel de consumo de las personas o aumentar los precios sustancialmente”, sostuvo.
“Respecto al calentamiento global, vemos en las consecuencias que vemos, con aumento cada vez más considerable de eventos extremos, grandes horas de calor o frío, sequías y cada vez más comunes y un gran negativo impacto ambiental que afecta a todas las especies vivas en esta degradación del planeta. Expertos en cambio climático como por ejemplo Carolina Vera, han alertado que ya hemos pasado peligrosamente un límite de no retorno.
Uno que indica que ya no haya forma de parar esto sin que haya consecuencias. Entonces el tiempo corre y este problema o lo resolvemos nosotros de una manera humanamente razonable o lo hace la naturaleza cuando se genere una catástrofe que va a implicar muchísimo costo en vidas, ya sea por hambrunas, calores insoportables e incompatibles con la vida, falta de agua, etcétera”, precisó Aliaga.
Y concluyó: “Es importante que haya llamados de distinto tipo tanto como los paneles científicos de cambio climático como con como organizaciones como esta del Reloj del Juicio Final, que saca periódicamente cuánto nos quedaría de tiempo para tener una catástrofe nuclear o ecológica. Son alertas que deberían tomarse en cuenta por la por la sociedad en su conjunto, y fundamentalmente por los que los países más desarrollados que son los que consumen todavía hoy mayor parte de la energía y de los recursos a pesar de no ser los más poblados”.
Comments