Un estudio realizado por científicos australianos afirmó que, aún en casos graves, esta alimentación mejoraría la energía, el sueño y la concentración. Qué alimentos se deben elegir.
Las dietas de moda no son el camino más correcto que informan los especialistas a la hora de pensar en la salud real. De hecho, a medida que más científicos estudian los fenómenos nutricionales y sus vinculaciones con los procesos de organismo, más se establece que la manera equilibrada de alimentarse aún es el camino correcto. La dieta mediterránea es una de esas llaves hacia la buena salud.
En la década de 1950, se notó por primera vez que la enfermedad cardíaca no era tan común en los países mediterráneos como en otros, tales como en los Estados Unidos. Este hecho estaba relacionado con los hábitos alimentarios y la dieta sigue siendo una de las más recomendadas por los profesionales de la salud.
Reconocida por sus propiedades saludables para el corazón, la dieta mediterránea es rica en alimentos de origen vegetal y limita las carnes rojas y los dulces. Ahora, un nuevo estudio encontró que los hombres jóvenes que tenían una dieta pobre y desequilibrada notaron una mejora sustancial en sus síntomas depresivos cuando cambiaron a una dieta mediterránea saludable.
La depresión es un problema de salud mental generalizado que afecta aproximadamente a 300 millones de personas en todo el mundo cada año. Es un factor de riesgo sustancial para el suicidio, la principal causa de mortalidad entre los jóvenes. El ensayo controlado aleatorio de 12 semanas, realizado por expertos de la Universidad de Tecnología de Sydney, se publicó recientemente en el American Journal of Clinical Nutrition, revisado por pares.
La dieta mediterránea consiste en alimentos que se comen comúnmente en países a lo largo del mar Mediterráneo, como Grecia e Italia. Está basada en alimentos de origen vegetal (verduras, frutas, granos integrales, legumbres, nueces, semillas, hierbas y especias), mientras que los mariscos, las aves y los productos lácteos se comen con moderación. La principal fuente de grasa añadida es el aceite de oliva, y las carnes rojas y los dulces se comen solo ocasionalmente.
Si bien sus atributos para el corazón se conocen desde hace mucho tiempo, los beneficios para la salud mental de la dieta mediterránea también se están volviendo claros. Los investigadores de Australia han proporcionado evidencia de estas afirmaciones. Su estudio encontró que seguir un plan mediterráneo de alimentación redujo los síntomas de depresión en hombres jóvenes.
En el ensayo aleatorizado de 12 semanas, 72 participantes masculinos de entre 18 y 25 años se dividieron en dos grupos: uno siguió la dieta mediterránea mientras que el otro recibió asesoramiento y actuó como grupo de control. Los hallazgos revelaron que, tras la evaluación, el grupo que se adhirió a la dieta mediterránea mostró una mejora significativa en los síntomas depresivos en comparación con el grupo de control.
La investigadora principal del estudio, Jessica Bayes, candidata a doctorado en la Universidad Tecnológica de Sydney, está esperanzada por el potencial de la psicología nutricional como un campo emergente, ya que la salud mental siempre ha sido un tema cercano a su área de investigación. “Algo tan simple como lo que comemos podría tener un efecto poderoso en nuestra salud mental y representa algo en lo que todos tenemos el poder de trabajar y mejorar -explica-. Incluso si sus síntomas depresivos son muy graves, elegir seguir una dieta mediterránea podría marcar una gran diferencia en su salud mental, energía, sueño y concentración”.
Los especialistas de la Universidad de Sydney a cargo de la investigación reconocen que hacer cambios en la dieta puede resultar abrumador, por lo que sugieren centrarse en un cambio menor a la vez. Agregar una verdura adicional a la receta de la cena o comprar pan integral en el supermercado puede iniciar una reacción en cadena positiva. “Todos estos pequeños cambios se sumarán con el tiempo -continúa Bayes-. Una vez que se comienzan a notar los beneficios para la salud mental, es más fácil mantenerse comprometido”.
Otro cambio fácil que recomiendan los científicos es optar por aceite de oliva, de palta o de coco extra virgen o prensado por expulsor en lugar de aceites vegetales o de semillas procesados. “Apoyarse en las legumbres es una buena idea -indica Bayes-. Aumentar el color y la variedad de verduras y semillas en las comidas, también aumenta la biodiversidad de los microbios intestinales que son clave para nuestra salud mental”.
Las sugerencias de los especialistas en el documento añaden que “comer muchas verduras y legumbres reduce la inflamación, junto con una gran cantidad de macro, micro y fitonutrientes esenciales que optimizan la salud del cerebro. Del mismo modo, las grasas saludables como las que se encuentran en el aceite de oliva extra virgen, las nueces, las semillas y los mariscos silvestres actúan como un poderoso compuesto antiinflamatorio en el cerebro para ayudarlo a resistir los efectos dañinos de la exposición a las toxinas, el envejecimiento y los radicales libres y, por lo tanto, a mantener el tejido saludable”, concluyen.
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