Las potencias globales se posicionan tomando mayor distancia en inversión, tecnología y capacidades de obtener conocimiento.

SolarWinds fue hackeado en 2019 por piratas informáticos asociados con el servicio de ciberinteligencia ruso. Estos irrumpieron en la red de la empresa e introdujeron un “agente” a manera de “back door” contaminando a cada cliente que recibió una actualización de software, permitiendo a los rusos acceder a las redes en donde se ejecutaba la versión comprometida. La NASA y el Departamento de Justicia y Seguridad Nacional de los Estados Unidos, se vieron comprometidos, y la lista de víctimas incluyó empresas, hospitales y universidades.
Desde hace poco más de un año, la invasión rusa sobre Ucrania incluye un frente de combate tecnológico que, por primera vez, se pone en marcha: Cyberwarfare, ciberguerra de guerrillas, afectación del humor social en redes, manipulación de contenidos y ciberataques sobre la infraestructura del país.
Por estos días la Casa Blanca propuso un presupuesto para el año fiscal 2024 que incluye u$s 753 millones para que Ucrania continúe contrarrestando las agresiones provenientes de Rusia y satisfacer las necesidades emergentes relacionadas con la seguridad, la energía, la ciberseguridad, la desinformación, la estabilización macroeconómica y la resiliencia de la sociedad civil.
Tanto EE.UU. y la UE pidieron a Beijing que controle el problema que plantean las bandas de piratas informáticos chinos que atacan a las organizaciones y a la infraestructura de misión crítica occidentales. Por su parte, China se pronunció respecto de establecer datos que evidencien los ciberataques respaldados por gobiernos extranjeros. En los últimos años, el gobierno chino identificó más de 50 bandas de piratas informáticos extranjeros que ejercen hostilidades sobre China. Sin embargo, estos ataques son difíciles de denunciar ya que la mayoría de ellos son “invisibles” o son ataques de “bandera falsa”.
Por todo esto, no sorprende que la Casa Blanca asignara un total de u$s 3.100 millones a la infraestructura de ciberseguridad en su último informe presupuestario. El documento muestra que u$s 45 millones de esta cifra se destinarán a hacer que la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA) sea “más resistente y defendible”. De los fondos restantes, u$s 98 millones se invertirán en la implementación de la Ley de Informes de Incidentes Cibernéticos para Infraestructura Crítica y u$s 425 millones para mejorar las capacidades analíticas y de ciberseguridad interna de CISA.
El objetivo de esta nueva partida presupuestaria es protegerse contra los adversarios extranjeros y salvaguardar los sistemas. Los fondos además procuran crear una fuerza laboral de ciberseguridad más capacitada y diversa, fomentando la adopción por parte de las agencias de arquitecturas de confianza cero.
El presupuesto de aproximadamente u$s 6.8 billones propuesto por el presidente Joe Biden para el año 2024 busca fortalecer el liderazgo de EE.UU. en la producción y el desarrollo de tecnologías emergentes, al mismo tiempo que aumenta el gasto para combatir las ciberamenazas y modernizar los servicios digitales en todo el gobierno.
Intenta financiar actividades en el campo tecnológico y espacial e invertir en nuevas aplicaciones de inteligencia artificial, ciencia cuántica y biotecnología con el potencial para revolucionar la forma en que operan las fuerzas estadounidenses. Además, propone financiamiento adicional para mejorar las habilidades cibernéticas de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y la resiliencia del sector energético, así como una partida especial para que el FBI construya capacidades de investigación cibernética, más agentes, posibilidad de respuesta mejoradas e inteligencia, habilidades de recopilación y análisis.
Este esfuerzo alcanza la ciberseguridad del Departamento del Tesoro y propone financiamiento cibernético para mejorar los esfuerzos diplomáticos y ayudar a los aliados de EE.UU. a combatir a las bandas de ciberdelincuentes y los estados nacionales hostiles.
En el “ciberespacio” no necesariamente lo que vemos es representativo de la realidad, el anonimato y la suplantación de identidad son moneda corriente. Las operaciones de bandera falsa son acciones encubiertas llevadas a cabo por gobiernos y corporaciones diseñadas para aparecer como si fueran ejecutadas por otras entidades. Ya no es posible saber quién es quién, y ese es el arte, de ser y parecer.
Las potencias globales se posicionan cada vez tomando mayor distancia en inversión, tecnología y capacidades de obtener conocimiento. Las millonarias cifras en dólares constituyen una evidencia incontrastable respecto de la calidad y cantidad de protección y defensa en el ámbito digital. En un mundo globalizado, la tecnología nos hermana, pero marca una diferencia insalvable respecto de cómo exponemos nuestra seguridad y privacidad.
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