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La ocupación de camas UTI para pacientes COVID-19 baja y faltan fármacos para los que necesitan

Los datos se desprenden del último informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) que, además, revela que casi la mitad de los médicos intensivistas son monotributistas que realizan guardias de 24 horas.


Un médico revisa pacientes covid-19 en la Unidad de Terapia Intensiva, en un Hospital de la Provincia de Buenos Aires (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo

En Argentina, el número de camas de terapia intensiva ocupadas comenzó a bajar de manera lenta, pero siguen en falta analgésicos, sedantes y relajantes, es decir los fármacos que se utilizan en los pacientes complicados por cuadros severos de COVID-19 que requieren ventilación mecánica.


Los datos se desprenden del último informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) realizado sobre el estudio de 181 UTIs, con un total de 3.353 camas. Esto es aproximadamente una sobre cada cuatro camas de alta complejidad disponibles en el país.


El trabajo también revela la situación laboral de los profesionales que trabajan en el área más sensible de clínicas y hospitales: más del 40% son monotributistas y realizan guardias de 24 horas.


Falta de medicamentos para intubación

La carencia no es nueva. Los médicos intensivistas, los directores de clínicas y hospitales lo están advirtiendo desde antes del comienzo de la segunda ola de COVID-19. En las Unidades de Terapia Intensiva (UTIs) hay déficit en fármacos esenciales para realizar intubaciones en pacientes que necesitan respiración mecánica.


Esta es la primera vez que se le ponen números a ese problema sobre la cual aún no hay respuesta. La falta de analgésicos, principalmente de fentanilo está presente en el 46% de las Instituciones.


La SATI también destaca que “el déficit de sedantes es del 51%, a predominio del propofol y del midazolam y el déficit de relajantes neuromusculares es del 63%, principalmente de atracurio, rocuronio y pancuronio”.


En octubre del año pasado el sector privado de salud ya le había advertido al ministerio de Salud de la Nación y de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS) sobre el faltante y “el descomunal aumento” de estos insumos “de hasta el 1.187% en los costos de fármacos esenciales para la atención de pacientes graves de Covid-19 que están internados en terapia intensiva”.


El reclamo público lo había realizado la Unión Argentina de Entidades de Salud (UAS).

“Estamos trabajando con todas las provincias y las instituciones que están teniendo este problema. Hablamos con todos los productores. Intentamos destrabar las exportaciones y liberar los lotes. También, hablamos con las cámaras de laboratorios para identificar dónde están los inconvenientes y los laboratorios productores se mostraron comprometidos y dispuestos a colaborar para solucionar el problema”, había declarado en octubre pasado Sonia Tarragona, subsecretaria de Medicamentos e Información Estratégica del Ministerio de Salud de la Nación. Sin embargo, hasta ahora la solución, al menos de manera definitiva, no llegó.


“Algunos laboratorios y droguerías actualizaron los valores de los medicamentos en porcentajes que exceden de manera descomunal inclusive los deslizamientos cambiarios de los últimos meses”, sostenía a través de un comunicado en octubre de 2020 la Unión Argentina de Entidades de Salud (UAS).


Esa organización había realizado una comparación de siete fármacos tomando en cuenta el listado de precios de los laboratorios antes de la pandemia del nuevo coronavirus.

El resultado fue una variación que iba del 25 al 1.187% por ampolla, de acuerdo con la droga utilizada durante la asistencia respiratoria mecánica.


Fotografía fechada el 28 de mayo de 2020 del personal médico que realiza controles a un paciente con COVID-19 en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Posadas, en Buenos Aires (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo

Como marca el informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva un paciente con respirador requiere una combinación de tres drogas: un miorrelajante, un fármaco contra el dolor y un sedante. Los precios de esos insumos fueron los que se dispararon en momentos en que se incrementaba su uso sin ningún control por parte del Estado.


La situación se vuelve crítica si se tienen en cuenta que, por paciente y según la gravedad que reviste, se pueden llegan a utilizar entre 25 y 40 ampollas por día de esas drogas.

De hecho, hay estudios realizados sobre sanatorios que han llegado a tener más de 20 pacientes en la unidad de terapia intensiva con Covid-19 ventilados, y se llegaron a utilizar entre 700 y 750 ampollas.


El sistema de salud sigue tensionado

El último informe de la SATI, fechado el 18 de junio pasado, marca “una leve disminución en la ocupación de camas en la mayoría de las provincias”, que pasó de un promedio del 91% la semana pasada al 89% actual.


Ese nivel aún no logra descender al 87% registrado el 9 de mayo momento en que comenzó un vertiginoso ascenso en la saturación de camas de cuidados intensivos.


La baja del 2% está acompañado del descenso de pacientes con COVID-19 internados en terapia. Del 69% registrados la semana anterior pasó al 65%, un porcentaje ostensiblemente más bajo al 73% que se había registrado el pasado 3 de junio, pero aún alto si se compara con el 55% de ocupación de camas UTI por casos de coronavirus registrado el 9 de mayo, cuando comenzó el aumento de ocupación en las UTIs.


A pesar de este descenso, el sistema de salud, tanto público como privado, sigue tensionado. En la región del Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA), la tasa de ocupación es del 91%, un cinco por ciento inferior al registrado en el informe anterior del 11 de junio.


En el AMBA también bajaron los casos de internados por COVID-19, que pasó del 77% hace siete días atrás al 64%.

El relevamiento marca que en esa región “el 52% de las Instituciones no presentaron camas libres”.


Este pequeño declive en la curva de internación coincide con las declaraciones que realizó la ministra de Salud, Carla Vizzotti, quien precisó que: “Por tercera semana consecutiva están disminuyendo los casos de COVID-19 en forma sostenida y profundizada”.


La funcionaria destacó también que la tendencia al descenso se presentó en todas las regiones del país. Así, en el AMBA, la disminución de los casos de la semana 22 a la 23 fue de 22,5%, en el centro (sin contar la región del AMBA) del 23,85 %, en Cuyo 22,83 %, en la región del noroeste argentino de 13,83 %, en el sur del país de 34.68%; y en el noreste la reducción fue de 15,9 %.


“Por tercera semana consecutiva están disminuyendo los casos de COVID-19 en forma sostenida y profundizada”, aseguro en conferencia de prensa la ministra de Salud, Carla Vizzotti.

La situación laboral de los médicos

Por primera vez la SATI realizó una encuesta sobre la situación laboral de los intensivistas que se desempeñan en las UTIs. El resultado muestra cerca de la mitad de los médicos y jefes de terapia “no tienen una relación de dependencia laboral”.


El informe marca que el 42,5% de los médicos son monotributistas y que el 57,5% están en relación de dependencia en la institución, ya sea pública o privada.

Esto revela una precarización en la forma de contrato en medio de la crisis por la pandemia del nuevo coronavirus que, ante una mayor demanda de internación, tanto el efector público como privado aumentó el número de camas UTI y contrato mayor personal (aunque sigue faltando), pero en la mayoría de los casos, los contratos no fueron en relación de dependencia.


Los jefes de servicio, en este caso de terapia intensiva, transitan por una mejor condición de trabajo, el 66,5% está en relación de dependencia y el 33,5% son monotributistas. La gran mayoría de los profesionales que se desempeñan en las unidades de terapia intensiva cumplen guardia de 24 horas, esto es el 69,4% y el 30,6% realiza turnos de 12 horas.


En el informe pasado de la SATI, también publicado por Infobae, destacaba que el 88% del personal de salud que trabaja en terapia intensiva “tienen signos de agotamiento”; que el 61,46% del personal se siente irritable y el 57,81% sufre trastornos del sueño, como consecuencia del estrés que viven, entre otras cosas, por tener que informar los fallecimientos diarios de enfermos a sus seres queridos.


A esta situación de estrés se agrega una situación laboral que no es la de mayor estabilidad.

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