Por la demora en aplicarse las dosis de refuerzo y un sistema inmune más débil, las tasas de mortalidad volvieron a aumentar en personas mayores, según los CDC de los Estados Unidos. Qué aconsejan.
La variante Ómicron del coronavirus fue detectada en noviembre del año pasado. Se propagó por el mundo y logró ser la predominante. Sus diferentes sublinajes fueron variando en frecuencia en los diagnósticos de personas con COVID-19, y se creyó que su impacto era más leve que las otras variantes de preocupación. Sin embargo, durante la ola por Ómicron, las tasas de mortalidad por COVID-19 de las personas mayores aumentaron.
Ya se reportaron más de 527 millones de personas con COVID-19 en el mundo desde el inicio de la pandemia, y más de 6,2 millones de fallecimientos. Según los registros de los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), las personas de 65 años o más murieron a causa del Covid-19 en menor proporción que en olas anteriores el año pasado. Pero con la circulación de la variante Ómicron y la disminución de la inmunidad, las tasas de mortalidad volvieron a aumentar.
Casi tantos estadounidenses de 65 años o más murieron en los cuatro meses de la ola por Ómicron como en los seis meses de la ola por la variante Delta. Aunque las tasas de mortalidad per cápita de COVID-19 han disminuido, las personas mayores siguen representando una parte abrumadora de ellas.
“Desde diciembre pasado, circula la variante de preocupación Ómicron que pasó a ser la predominante. Como es una variante de alta transmisibilidad y no se sabe si pueden aparecer otras, hoy se necesita que la población vaya a recibir la dosis de refuerzo después del esquema inicial-especialmente las personas mayores de 60 años y las personas que son inmunocomprometidas o tienen enfermedades cardiovasculares y respiratorias, entre otras”, subrayó en diálogo con Infobae la doctora Angela Gentile, jefa de epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y miembro de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas. Además de los refuerzos, las personas deben usar barbijos o mascarillas en espacios cerrados con no convivientes, mantener distanciamiento, y acceder a la ventilación cruzada y permanente si tienen que ir a centros de salud, oficinas, u otros ambientes interiores.
Con respecto a las hospitalizaciones y fallecimientos por la variante Ómicron, Andrew Stokes, profesor asistente de salud global en la Universidad de Boston que estudia los patrones de edad de las muertes por COVID-19, dijo: “Esto no es simplemente una pandemia de los no vacunado”, en diálogo con el diario The New York Times . “Sigue habiendo un riesgo excepcionalmente alto entre los adultos mayores, incluso los que tienen series de vacunas primarias”, afirmó.
Este cambio en la pandemia ha intensificado la presión sobre el gobierno del Presidente Joe Biden para proteger a las personas mayores. En las últimas semanas las autoridades sanitarias han animado a todos los mayores de 50 años a recibir un segundo refuerzo y han introducido nuevos modelos de distribución de los fármacos antivirales contra el coronavirus.
Sin embargo, en gran parte del país, la campaña de refuerzo sigue estando demorada y desorganizada, según afirman las personas mayores y sus médicos. Los pacientes, muchos de los cuales tienen dificultades para conducir o conectarse a Internet, encuentran obstáculos para acceder a los antivirales que podrían salvarles la vida.
Las muertes por COVID-19 en todo el país en las últimas semanas han estado cerca de los niveles más bajos de la pandemia, por debajo de una media de 400 al día. Pero la diferencia de mortalidad entre las personas mayores y las más jóvenes ha aumentado: Los jóvenes de mediana edad, que sufrieron una gran parte de las muertes por la pandemia entre junio y diciembre pasado, se benefician de nuevas reservas de protección inmunitaria en la población, ya que las muertes por COVID-19 vuelven a concentrarse en las personas mayores.
Y la nueva ola de los sublinajes de Ómicron puede crear amenazas adicionales. Mientras que las hospitalizaciones en los grupos de edad más jóvenes se han mantenido relativamente bajas, las tasas de ingreso entre las personas de 70 años o más en el noreste han subido a un tercio del pico de la ola por Ómicron entre diciembre y marzo. Como la inmunidad conseguida por la vacunación va disminuyendo con el paso del tiempo, los mayores podrían estar en mayor riesgo de ser afectados por la infección, según Sharon Inouye, geriatra y profesora de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
Las muertes en general disminuyeron ahora en los Estados Unidos en parte debido a los crecientes niveles de inmunidad de las infecciones anteriores, dijeron los expertos. En el caso de las personas mayores, hay también otra razón: el COVID-19 mató a tantas personas frágiles durante el invierno -entre diciembre y marzo pasado- que el virus tiene ahora menos susceptibles en ese grupo de edad.
Pero los científicos advirtieron que muchas personas mayores seguían siendo susceptibles. Para protegerlos, los médicos geriatras pidieron a las residencias de personas mayores que organizaran vacunaciones a domicilio u ordenaran vacunas adicionales. A más largo plazo, los científicos dijeron que los responsables políticos debían abordar los problemas económicos y médicos que han afectado especialmente a las personas mayores no blancas.
Comments