El jefe del régimen chino quiso reducir las distancias con los países europeos. Sin embargo, continúa siendo el principal socio de Rusia y una amenaza comercial y de espionaje. Tensión regional por la investidura del nuevo presidente taiwanés.
William Lai asumirá el próximo lunes 20 de mayo como nuevo presidente de Taiwán. Sucederá en el poder a Tsai Ing-wen quien lleva ocho años provocándole dolores de cabeza a Beijing. El médico que ocupará la primera magistratura del país continuará gran parte de las políticas de esa “dama de hierro” oriental. Sobre todo aquellas relacionadas con el régimen de Xi Jinping.
China observa con detenimiento esa fecha y trabaja desde hace meses para que sea lo más modesta posible en cuanto invitados. Pretende que fracase: mostrar a un gobierno aislado y sin socios importantes. Por estas horas, por ejemplo, está en conversaciones con Corea del Sur para evitar que una delegación oficial visite Taipei ese día. De acuerdo al diario The Korea Times el Partido Comunista Chino (PCC) y el régimen central le avisaron a Seúl que las relaciones entre ambos países dependerán “exclusivamente en la postura de Corea respecto a Taiwán”.
El vínculo entre Corea del Sur y China continental está en su peor momento desde el inicio de sus relaciones bilaterales en 1992. Ambas partes, junto a Japón, esperan celebrar a fin de mes una cumbre. Pero Beijing condiciona una reunión bilateral con Seúl a las actitudes de la península con la isla que Xi pretende para sí. Un encuentro de estas características no sucede desde 2019. A este, finalmente, asistiría el premier chino Li Qiang.
Sin fecha confirmada para la trascendental junta, es de esperar que una vez concluída los ánimos entre los tres países no cambien demasiado y no se llegue a una declaración conjunta. “Aunque es poco probable que esta cumbre arroje grandes resultados tangibles, y sería difícil alcanzar un consenso dadas las distintas situaciones de los tres países, el contacto en sí es fundamental para que los líderes chinos tanteen el terreno y decidan si es posible un cambio y una relación más amistosa”, de acuerdo a la publicación firmada por Luna Sun.
Pero Beijing condiciona su acercamiento a Taiwán.
Es probable que tanto Japón como Corea del Sur se vean representados en Taipei por delegaciones de congresistas de distintos partidos. Su presencia allí no dependen de los gobiernos y ni de las acciones del primer ministro japonés Fumio Kishida o del presidente coreano Yoon Suk-yeol. Habrá que ver si Beijing toma en cuenta el orden democrático y la división de poderes que rigen a estos países. ¿Será suficiente como explicación?
No son las únicas gestiones que hace Beijing. Las embajadas chinas en todo el mundo dedican horas en evitar que cualquiera pretenda un acercamiento con Taipei. Tampoco legislativo. En América Latina es más sencilla la tarea: compromisos y deudas facilitan las decisiones. Incluso algún gobierno ha enviado notas a sus congresos -por exigencia de la diplomacia china- para recordarles que cualquier guiño con la isla sería improcedente. La línea que divide a los poderes republicanos a veces es demasiado difusa.
De la región sudamericana sólo el presidente Santiago Peña confirmó su asistencia. Paraguay es uno de los pocos países que reconoce a Taiwán y que resiste los embates de China. Otras naciones no se animan, si quiera, a tener contactos sanitarios o empresarios. En Asunción miran de cerca las recientes y decepcionantes experiencias de Honduras y Nicaragua al romper con Taipei tras las promesas incumplidas del régimen.
Una visita esperada
La prensa que responde al PCC intentó mostrar la reciente -y acotada- gira europea de Xi Jinping como un éxito. El jefe del régimen chino buscó reabrir una puerta que en los últimos años se cerró, producto de la desconfianza que generó la falta de información sobre el Covid, las deslealtades comerciales, las interferencias con fake news, los hackeos y, sobre todo, el apoyo que Beijing ofreció a Vladimir Putin en su criminal ofensiva contra Ucrania.
Xi se reunió con Emmanuel Macron. Entre quienes lo recibieron, es el único líder con peso específico en la arena europea. El presidente francés es, también, uno de los más críticos respecto a Putin y los desastres de su invasión. Es quien más límites pareciera querer marcar desde el continente. Pero después de despedirlo entre banquetes tradicionales en los Pirineos, el jefe del régimen chino voló a Serbia y después a Hungría. Allí le tendieron una alfombra roja el serbio Aleksandar Vučić y el húngaro Viktor Orbán. Ninguno puede ser señalado de fanatismo democrático. En cambio, sí se muestran simpáticos con el jefe de estado ruso.
Será al mismo Putin a quien Xi reciba durante dos días en Beijing. De acuerdo a la agencia estatal Xinhua, fue el propio mandatario chino quien lo invitó. Estará este 16 y 17 de mayo, según anunció el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying. “Como este año se conmemora el 75º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Rusia, durante la visita, Xi y Putin intercambiarán puntos de vista sobre las relaciones bilaterales, la cooperación en diversos campos y asuntos internacionales y regionales de interés común”, detalló la cancillería comunista.
Son curiosas las maniobras de Xi para acercarse a Europa. Macron dio una entrevista apocalíptica a The Economist respecto al futuro del continente, sobre todo teniendo en cuenta las ambiciones bélicas de Putin. En esa extensa conversación con la influyente revista inglesa, el presidente francés deja conceptos muy claros:
- “Hay un triple riesgo existencial para nuestra Europa: un riesgo militar y de seguridad; un riesgo económico para nuestra prosperidad; un riesgo existencial de incoherencia interna y de perturbación del funcionamiento de nuestras democracias. Así que estos son los tres riesgos que se han acelerado en los últimos años, muy fuertemente sin duda”.
- “Las cosas pueden suceder mucho más rápido de lo que pensamos y pueden llevarnos a una muerte más brutal de lo que imaginamos”.
- “Desde 2022, Vladimir Putin (...) ha decidido quebrantar el derecho internacional violando las fronteras internacionalmente reconocidas de un miembro permanente del Consejo de Seguridad. Hasta este punto, y con tal coherencia, no tiene precedentes. También ha cometido crímenes de guerra, de nuevo con una fuerza sin precedentes. Es quien ha lanzado esta guerra de agresión contra un país soberano en suelo europeo”.
En esa misma entrevista, Macron dijo era de su interés “garantizar que China tenga voz en la estabilidad del orden internacional”. ¿Habrán hablado sobre eso con Xi durante sus días en Francia? ¿El francés habrá convencido al jefe del régimen chino de que deje de ayudar a Putin?
Pero Xi selló una alianza sin límites con su homólogo ruso poco antes de la cruenta invasión a Ucrania iniciada el 24 de febrero de 2022. La ayuda de China a Rusia es tanto militar como económica. Durante estos más de dos años, Beijing ha proporcionando tecnología de drones y misiles, imágenes por satélite y maquinarias a Moscú.
“El principal país que está haciendo posible que Rusia lleve a cabo su guerra de agresión contra Ucrania en Europa es China. Son de lejos el mayor socio comercial de Rusia, están entregando componentes críticos para sus armas, microelectrónica, tecnología avanzada, que están posibilitando a Rusia construir misiles, drones y un montón de otras cosas que son clave para su guerra contra Ucrania”, declaró este lunes 13 de mayo Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN.
También ha resultado una usina de dinero a las arcas rusas: el comercio entre ambos se ha disparado desde el ataque unilateral a Ucrania y alcanzó los 240.000 millones de dólares en 2023, según cifras de las aduanas chinas. China fue el salvavidas a las sanciones internacionales a Moscú.
En esa misma gira por Europa, Xi escribió en un diario serbio que la amistad se mantenía entre quienes piensan de la misma forma. Es lícito pensar que la cosmovisión que comparten Xi y Putin difiera de los conceptos republicanos con que comulga Macron o el resto de los países democráticos europeos. La “amistad sin límites” se verá sellada, una vez más, en los próximos días en la capital china. Y la avanzada rusa sobre Ucrania -¿y Europa?- continuará. Con los anabólicos inestimables de su principal aliado.
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