Luego del gesto que se hizo viral al finalizar el resonante triunfo ante Alemania, Infobae habló con distintos fanáticos para conocer un poco más de su cultura. “Es un hábito”, dice uno de ellos.
Quizás no debería ser noticia, pero lo es. Por más lógico que sea el accionar, es algo inédito entre los fanáticos de los 32 países que desembarcaron en Qatar. Como ya ocurrió en otros Mundiales, los hinchas de la selección japonesa permanecen en las tribunas al finalizar el partido de su país y no se marchan hasta que juntan todos los residuos que quedaron entre las butacas.
El respeto sobre el otro y la conciencia de un planeta más limpio y ordenado debería ser una premisa fundamental en cualquier punto del mundo. Pero al día de hoy, todavía es noticia. Por eso, Infobae habló con varios japoneses en Doha para tratar de entender un poco más de su cultura.
Megumi es una joven de la ciudad de Kobe que duda un segundo cuando le decimos que somos de Argentina, pero que instantáneamente saca una sonrisa cuando acompañamos el “Messi” detrás de la referencia del país. Es una constante de este Mundial. Como si Messi y Argentina fueran parte de un nombre compuesto. La importancia del rol del rosarino queda más clara a cada paso, excede al deporte. Expone cierto asombro cuando le mostramos en el celular la nota de Infobae sobre los fanáticos retirando la basura en el Khalifa International Stadium. Casi que se sorprende y piensa un instante mientras ensaya una explicación.
“No tenemos una razón –aclara-. Pensamos que es mejor vivir en un lugar más limpio y también porque queremos dar las gracias al lugar que visitamos”, resume. También expone su sorpresa una pareja de hinchas japoneses cuando le indicamos por qué queremos hablar con ellos. Ellos no dominan el inglés, pero se toman un tiempo para escribir en el celular su pensamiento: “Es un hábito. Me han enseñado de esa manera desde que era un niño”.
Naokitamura arribó desde Saitama a Doha y es uno de los tantos hinchas japoneses que luce con orgullo la camiseta de su selección por las calles del país organizador. En este caso, Megumi es la encargada de traducir sus declaraciones las palabras de su compatriota al inglés. “En Japón es tradición porque los padres y los mayores enseñan a los niños que es importante. También porque los trabajadores de limpieza en el estadio tienen muchas cosas que hacer, es por eso que tenemos que ayudarlos”, nos comunica. “Nos gusta mantener todos los lugares limpios. Es una tradición”, coincide Yui.
Es habitual ver a estos fervientes seguidores con la camiseta de Japón. No es extraño cruzarlos con la remera azul de los dirigidos por Hajime Moriyasu. Incluso otro hincha intentó cambiar la actual camiseta de su seleccionado con este cronista, que portaba en ese momento la camiseta suplente que la selección argentina utilizó en el preolímpico en 1999. “Change”, propuso con una enorme sonrisa. “Not today”, se llevó como respuesta a la oferta. Es difícil desprenderse de una reliquia, aunque en las calles de Doha es una tentación constante el cambio de camisetas y se puede ver cada día a hinchas de distintos países intercambiando las remeras.
Lo cierto es que este accionar de los Samurai Blue de limpiar los estadios no es nuevo, ya se habían hecho virales algunos videos durante el Mundial del 2018. Las declaraciones de los fanáticos en Doha para Infobae coinciden con la explicación que cuatro años atrás le brindó a este medio Delia Mitsui, directora general pedagógica del Instituto Privado Argentino Japonés Nichia Gakuin: “¿Por qué limpiar lo que se ensució? Esa conciencia y responsabilidad en Japón es fuerte, todos la respetan. Pensar en el otro es natural y prioritario, se sabe que si uno no hace las cosas como corresponde, perjudica a los demás”.
Gentiles a la hora de ser abordados por este cronista, en el hotel donde se hospeda Infobae también se pudo ver otra porción más de la cultura de los hinchas japoneses que están en el mismo lugar. Durante la mañana siguiente al exitoso debut contra Alemania, el lobby del hotel amaneció con una sorpresa de un pequeño fanático: “Tengo 16 años. Soy bueno en el origami, así que hice esto. Por favor acéptalo si te gusta”. Y tomamos uno...
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