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ELA: cómo avanza en el cuerpo la enfermedad que afecta a Esteban Bullrich

La Esclerosis Lateral Amiotrófica no tiene cura y va deteriorando distintas funciones del organismo. Cuáles son los últimos tratamientos para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad del sistema nervioso, que debilita los músculos en forma progresiva y afecta drásticamente las funciones físicas. La padecen 5 de cada 10.000 habitantes, pero, además, tiene una expectativa de vida que está entre los 3 y 5 años a partir del diagnóstico.


Esta patología progresiva del sistema nervioso afecta las células nerviosas en el cerebro y la médula espinal, y causa la pérdida del control muscular. Se desconocen las causas que la originan y por el momento no tiene cura. En algunos casos excepcionales la enfermedad puede llegar a detenerse como en el del astrofísico Stephen Hawking, quien sobrevivió con ELA durante varias décadas.


La enfermedad afecta al sistema motor y se caracteriza por el compromiso simultáneo de las neuronas motoras superior e inferior. Si bien la información epidemiológica existente en nuestro país se limita a centros especializados, un estudio multicéntrico y retrospectivo realizado en la Ciudad de Buenos Aires demostró una incidencia de 1.04 casos por cada 100.000 habitantes, y una prevalencia de 3.25 por cada 100.000 habitantes. Estos valores son similares a los reportados internacionalmente, y probablemente aplicables al resto de la población argentina”, señaló a Infobae la doctora Ana Pardal, neuróloga del Hospital Británico, entidad que este año inauguró el Centro Integral de Enfermedades Poco Frecuentes (CIEPOF), el primero de su tipo en el país, especializado en la detección y tratamiento de ELA, entre otras 8 mil patologías raras.


La edad de comienzo frecuente de la enfermedad es entre los 45 y 70 años aproximadamente, y el género masculino suele ser el más afectado. El tiempo promedio desde el inicio de los síntomas y la confirmación del diagnóstico es de entre 13 y 18 meses. “El 90 % de los casos son de presentación esporádica y aproximadamente un 10 % son de variante familiar. En el año 1993 se reportaron los primeros casos de ELA familiar asociado a mutación en el gen SOD 1, no obstante en los últimos años la aplicación de nuevas técnicas de genética molecular ha permitido el reconocimiento de otras variantes, principalmente en pacientes con antecedentes de alteraciones cognitivas o demencia frontotemporal familiar”, explicó Pardal.


Las estadísticas mundiales indican que existen de 1 a 2 enfermos por cada 100 mil habitantes. En la Argentina, es posible que haya unos 600 a 800 enfermos. En la relación hombre - mujer se ven 13 por cada diez. Además, el 30 al 50% de los pacientes fallece a los 3 años, pero el 10% todavía vive luego de 10 años de enfermedad.


Un reciente estudio, publicado JAMA Neurology, advirtió que una proteína específica, detectada tras una biopsia muscular, podría convertirse en un “biomarcador para el diagnóstico precoz de la ELA”. “Hoy es posible realizar una biopsia del músculo y detectar la proteína 43 de unión al ADN de respuesta transactiva (TDP-43) que se acumula en los nervios periféricos dentro del músculo. La TDP-43 es una proteína que desempeña un papel clave en las neuronas motoras, y su acumulación puede ser un biomarcador para el diagnóstico precoz de la ELA”, explicó el investigador Hirofumi Maruyama, profesor de la Escuela de Graduados en Ciencias Biomédicas y de la Salud de la Universidad de Hiroshima (Japón).


Y agregó: “Esta proteína ya había sido detectada en investigaciones anteriores en ratones y que, incluso, tiene una función crucial en los axones, es decir en las neurona que envían señales a otras neuronas. “Esto es importante para la ELA, porque la degeneración axonal causa problemas en las neuronas motoras inferiores que pueden ser un síntoma de la ELA. El diagnóstico temprano permite a los pacientes iniciar un tratamiento rápido. Nuestro objetivo es prevenir la progresión de la ELA y continuaremos investigando para desarrollar nuevos medicamentos”.


Beate Winner, profesora de modelos de células madre para enfermedades neurales raras en la FAU, jefa del Departamento de Biología de Células Madre y ponente del Centro de Enfermedades Tasas de la Universitätsklinikum Erlangen, busca, mediante la reprogramación de células madre, hacer retroceder el reloj biológico. Además, investiga en su laboratorio qué desencadena enfermedades neurodegenerativas del sistema nervioso, como la ELA, con la esperanza de descubrir nuevas opciones de tratamiento como resultado. “Sabemos desde hace aproximadamente 15 años que durante la etapa final de la ELA, la proteína TDP-43 que se encuentra en las neuronas se vuelve insoluble y comienza a formar grumos -explicó Winner-. Pierde sus funciones normales y adopta propiedades tóxicas”. Aunque estos cambios patológicos aún no se notan en los pacientes, el destino de las células nerviosas ya está sellado. “Queríamos saber si podíamos encontrar las causas de la ELA en una etapa temprana de desarrollo antes de que cambie el TDP-43″, agregó.


Junto con Jürgen Winkler y Martin Regensburger del Departamento de Neurología Molecular de la Universitätsklinikum Erlangen, la experta comenzó su búsqueda. Los investigadores utilizaron una técnica innovadora. Extrajeron una pequeña muestra de piel de la parte superior del brazo de pacientes con ELA y personas sanas en un grupo de control y la reprogramaron en lo que se conoce como células madre pluripotentes inducidas, células que equivalen a una etapa muy temprana del desarrollo humano y que, en teoría, pueden convertirse en cualquier célula dentro del cuerpo. Estas células madre luego se transformaron en células nerviosas.


Básicamente, hicimos retroceder el reloj y generamos neuronas que imitaban la etapa de desarrollo de un feto”, explicó Winner. El hecho de que las células de personas adultas puedan ser reprogramadas de nuevo en células madre pluripotentes fue descubierto por Shin’ya Yamanaka, quien recibió el Premio Nobel de Medicina en reconocimiento a su trabajo. Los investigadores de Erlangen buscaron proteínas insolubles en las muestras de células mediante espectrometría de masas, un procedimiento de alto rendimiento. Tuvieron éxito. En las células nerviosas de pacientes con ELA descubrieron una proteína de unión a ARN llamada NOVA1. “En las neuronas, la proteína demostró cambios, incluido un grado mucho mayor de insolvencia, pero aún no presenta las características patológicas típicas de TDP-43 -explicó Florian Krach, miembro del equipo de la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Nürnberg (FAU), en Alemania y autor principal del estudio-. Las células del grupo de control no mostraron estos cambios”.


“Hemos hecho un descubrimiento pionero, pero es solo un primer paso para posiblemente poder detectar la ELA en las primeras etapas -sostiene Beate Winner-. Los estudios de seguimiento con cohortes más grandes podrían profundizar nuestra comprensión de la importancia de las proteínas de unión al ARN”. Los investigadores esperan que su trabajo ayude a contribuir al desarrollo de nuevos conceptos de terapia antes de que las neuronas crucen el punto de no retorno.

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