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La Iglesia francesa evalúa cómo responder al informe que reveló 216 mil abusos sexuales a menores

La cúpula de la Conferencia de Obispos celebrará su asamblea plenaria en noviembre. El camino para indemnizar a las víctimas es parte del debate.


El papa Francisco y un grupo de obispos franceses guardan un momento de silencio por las víctimas de los abusos sexuales en la iglesia gala dados a conocer en el informe de la Comisión Independiente (CIASE)

“Un terremoto”, “un huracán”, “una conmoción”. Asi describe la prensa francesa la valoración de la noticia sobre los abusos de menores víctimas de violencia sexual en la Iglesia en los últimos 70 años en el país.


Después de darse a conocer el informe condenatorio sobre la Iglesia, los funcionarios de la Conferencia de Religiosos y la Conferencia de Obispos, que celebran su asamblea plenaria en noviembre, preparan una respuesta sobre las graves denuncias. “La magnitud del fenómeno que usted describe es abrumadora” y el número de víctimas “nos abruma y supera lo que podríamos suponer”, comentó Eric de Moulins-Beaufort, presidente de la Conferencia Episcopal de Francia (CEF), antes de recibir el documento.


La Comisión Independiente sobre Abuso Sexual en la Iglesia (Ciase), presidida por el exvicepresidente del Consejo de Estado, Jean-Marc Sauvé, presentó públicamente su informe de 485 páginas y 2.000 anexos , el martes 5 de octubre en París.


En particular, revela la magnitud del número de víctimas de violencia sexual desde 1950, estimada en 330.000. Su “estimación mínima” también muestra de 2.900 a 3.200 depredadores sexuales masculinos desde 1970, entre sacerdotes y religiosos. Esto es lo que debe recordarse del trabajo de esta comisión.


Estupefactos, los funcionarios del episcopado francés, desde la sede en la Avenida Breteuil, saben que deben trabajar sobre una explicación, reparación y solución. El 8 de noviembre, en Lourdes, se reencuentran con la opinión pública, conmocionada como ellos por la escala de las conclusiones. Esperan terminar su plenario con la adopción de una nueva batería de medidas contra el abuso sexual.


Sin embargo, Moulins-Beaufort, desde la Conferencia de los Obispos, admitió, que antes de poder responder a esta “horrible” condena, “la Iglesia debe pedir perdón a las víctimas”. Alabó “el coraje y la fuerza interior” de quienes se atrevieron a enfrentarse a la Iglesia por esta revelación “dura, severa, verdaderamente insoportable” de los abusos cometidos por los clérigos sobre los niños pequeños.

El Presidente de la Comisión Jean-Marc Sauve presentó un documento historico condenatorio de pedocriminalidad sobre la Iglesia de Francia.

Indemnizaciones

Mientras tanto, la pregunta que surge es: ¿quién indemnizará a las víctimas? 216.000 personas que han sido objeto de violencia o agresión sexual en su infancia por parte de religiosos desde la década de 1950, 330.000 si se integra a las personas agredidas por laicos que trabajan en instituciones de la Iglesia Católica. Este problema, que involucra hace tiempo a la Iglesia, ya denunciado en el pasado, provocó la creación de un fondo de dotación específico.


Aportado por obispos, sacerdotes y feligreses, este fondo es el que debía indemnizar, a partir de 2022, a las víctimas que así lo reclamen. No obstante, los aportes enfrentan la masividad de las denuncias, y consecuentemente, reclamos. Estos ahorros ad hoc resultan limitados dada la escala de las reparaciones.


En ese sentido, el arzobispo de Estrasburgo, Monseñor Luc Ravel, reconoció que “el camino que se abre ante nosotros es abismal. La cúpula eclesiástica había calculado en cinco, seis, ocho millones de euros, los fondos suficientes para reparar civilmente los daños, los cuales ahora podrían ascender a “cientos de millones de euros”.


Pero hay varios problemas. La Ciase formuló 45 recomendaciones sobre diversas dimensiones de la actividad de la Iglesia. Una de ellas habla de los orígenes del dinero para cubrir las demandas. En ese sentido, indica que las reparaciones, se financien “con el patrimonio de los agresores y de la Iglesia de Francia” y no con donaciones de los fieles

Para la Conferencia Episcopal de Francia (CEF), este es un grave obstáculo. Moulins-Beaufort, lamentó las fantasías sobre las riquezas de la Iglesia católica y recordó que “la institución vive solo de las donaciones de los fieles”. “Todos nuestros recursos son regalos de los fieles. No tenemos otros recursos”. En consecuencia, pedir a las asociaciones diocesanas que financien estas reparaciones es, de hecho, pedir a los fieles que paguen.


Estupefactos, los funcionarios del episcopado francés, desde la sede en la Avenida Breteuil, en París, saben que deben trabajar sobre una explicación, reparación y solución. El 8 de noviembre, en Lourdes, se reencuentran con la opinión pública.

Según las estimaciones, las donaciones de todas las diócesis apenas superan los 500 millones de euros al año. La mitad de este dinero se destina a los salarios de 15.000 sacerdotes y 8.000 laicos. Un tercio, 30%, para bienes raíces, mantenimiento de iglesias diocesanas y edificios parroquiales que pertenecen a la institución.


Pero además hay un impedimento legal. La ley de 1905, regula el uso de los recursos económicos de la Iglesia. De acuerdo a esta norma, las donaciones de los fieles solo puede utilizarse para gastos y mantenimiento del culto. Un obispo no puede, por ejemplo, pagar dinero de estas donaciones con otro destino. Es decir, no pueden ser parte de una reparación indemnizatoria.


Otros incluso preguntan: ¿la Iglesia puede vender activos inmobiliarios? El debate es tal que la curia debió explicar este punto. El secretario general de la Conferencia Episcopal francesa a cargo de los asuntos financieros, Ambroise Laurent, explicó que “no es un patrimonio inmobiliario de tamaño gigantesco”. Para el funcionario ecleciastico, incluso, es “esencialmente un patrimonio religioso”, muchos de ellos de menor valor.


El tema estará la agenda de su asamblea plenaria, en Lourdes, en noviembre. La Conferencia Episcopal francesa espera encontrar una forma de indemnización de las víctimas.


Las acusaciones también exigen velocidad de respuesta. “Algunas cosas se pueden poner en marcha rápidamente” , asegura Dominique Blanchet, obispo de Créteil y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, junto Luc Crépy, obispo de Versalles y presidente del consejo para la prevención y lucha contra la pedofilia. Ambos citan el próximo establecimiento de un tribunal penal nacional para juzgar, según el derecho canónico, a los autores de abusos.


Contrariamente, y con gran dolor, fue el Papa Francisco quien se expresó frente a las acusaciones. El miércoles por la mañana, expresó durante una audiencia general su “vergüenza” por la incapacidad de la Iglesia para atender a las víctimas.


El Sumo Pontífice solicitó a los católicos franceses que se aseguren de que la iglesia se convierta en un “hogar seguro para todos” . El servicio de prensa del Vaticano había hecho saber el martes que el jefe de la Iglesia católica se había enterado de la “espantosa realidad” con “inmenso dolor” .


El documento le había sido enviado el martes. El obispo de Moulins-Beaufort había comunicado los datos principales al pontífice el viernes, durante una audiencia. Se reunirá con él nuevamente en diciembre.


Aún así, las revelaciones podrían dar lugar a cambios profundos dentro de la Iglesia católica, tal y como exigieron varios diputados, por considerarlos “necesarios” . Así, La Ciase recomienda “considerar la realización de cursos de formación en prevención de la violencia sexual co-organizados con las asociaciones de víctimas e involucrar a los profesionales de la salud”.


Para muchos, la tarea de reparación, es “abismal”. Incluso piden un concilio “Vaticano III” . Una decisión extremadamente extraña desde el último concilio que se remonta a la década de 1960. Al reunir a 2.400 obispos de 136 países, puso fin de manera notable a la celebración de la Misa en latín, de espaldas a los fieles. Jean-Pascal Gay, historiador del catolicismo de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), se mostró, frente a la prensa europea, escéptico sobre la celebración de una nueva reunión de obispos de todo el mundo.

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