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Trump sigue liderando la interna republicana y De Santis da un volantazo para intentar alcanzarlo

Las encuestas marcan que el multimillonario sigue 30 puntos arriba de sus rivales en las primarias de su partido. El gobernador de Florida cambió de jefe de campaña y comenzó a atacar duramente a su rival para intentar acortar la diferencia.

Unos pocos viejos republicanos se quejan de que Donald Trump se apoderó del partido y están en lo cierto. Los trumpistas dominan la escena a pesar de los escándalos y la conspiración para desconocer los resultados de la última elección. El promedio de encuestas marca que Trump lidera la interna del Partido Republicano con un 50% de apoyo. El segundo, el gobernador de Florida Ron De Santis, no llega a los 20 puntos. Y sucede dentro de una situación extraordinaria, en la que el multimillonario va a hacer campaña desde el banquillo de los acusados mientras transita por al menos tres juicios en su contra y varias otras causas abiertas. Una coyuntura que obligó a De Santis a dar un giro Copérnico, echó a su jefe de campaña y comenzó a atacar con fuerza a quien había sido hasta ahora su mentor. El ex presidente respondió a fiscales y rivales con su clásica furia: “Si vienen contra mí, yo voy a ir contra ustedes”.


Trump está acusado en tres causas penales distintas y se encuentra en libertad bajo fianza. Un cuarto caso penal de Georgia podría abrirse en los próximos días en lo que podría terminar con manifestaciones violentas por parte de sus partidarios frente a los tribunales de Atlanta. Ese es el tipo de escena que está buscando Trump para hacer campaña desde el estrado, seguramente con intentos de desacato frente a los jueces y diatribas para los suyos.


Los fiscales del Departamento de Justicia ya pidieron a los jueces que restrinjan las contraacusaciones que Trump lanza desde su propia red social, Truth Social. En los últimos días desde esa cuenta no sólo amenazó a cualquiera que se atreva a criticarlo, sino que se aseguró que “el sistema judicial es de república bananera del Tercer Mundo” y hasta se las agarró con las jugadoras de la selección femenina de fútbol que fueron eliminadas del Mundial de Nueva Zelanda diciendo que ese era un ejemplo más de que “Estados Unidos se va al infierno”.


En los círculos demócratas de Washington aseguran que lo que está haciendo Trump es dar señales de debilitamiento. Creen que si bien los juicios le darán una gran oportunidad para despotricar contra el sistema y la vieja política, también lo degastarán. “Por primera vez, Trump suena realmente asustado, como si finalmente pareciera estar dándose cuenta de que su suerte puede ser única pero no ilimitada”, escribió Philip Elliott en la revista Time. “Los estrados le permitirán hacer escenas para los más radicales, pero no podrá llegar a los republicanos moderados de esa manera y mucho menos a los indecisos…Puede ser que le alcance para ganar la interna, pero nunca para vencer a Biden”, decía otro analista en una de las tertulias de la CNN.


La debilidad ya fue percibida por varios de sus rivales en la interna. Hasta ahora, el único que lo criticaba abiertamente y nunca mostró ninguna simpatía por Trump fue el ex gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie. Era una figura aislada y solitaria hasta hace unos pocos días.


Ahora, los canales de televisión y las radios lo tienen cada vez más frecuentemente de invitado para que hable de los 78 casos que pesan en contra de Trump. Y también lo percibió su ex vicepresidente, Mike Pence, que ya se había plantado frente a su antiguo jefe por haber incitado a los disturbios del 6 de enero de 2021 y la toma del Congreso en Washington.

Pence podría ser la peor pesadilla para Trump si se decide a testificar en el juicio por intentar desconocer los resultados de las elecciones de 2020. “Creo que estamos llegando a una bifurcación en el camino”, dijo Pence con esa moderación de monje negro que lo caracteriza.


“Está delirando, y ahora quiere demostrar que es un tipo duro”, espetó Trump a su ex compañero de fórmula, que ya testificó durante más de cinco horas ante el gran jurado federal en abril y habló con franqueza sobre los acontecimientos antes y durante el levantamiento del 6 de enero. En caso de que Trump siga adelante con el juicio, Pence podría acabar testificando e, incluso, enterrar definitivamente con las aspiraciones presidenciales de Trump. De todos modos, nadie sabe si se atreverá a terminar con el único candidato que puede hacer regresar a su partido a la Casa Blanca.


Viendo que los números de las encuestas siguen sin moverse, De Santis volvió a sacudir a su equipo de campaña. Desplazó a su directora, Generra Peck, y la reemplazó por su hombre de mayor confianza James Uthmeier, jefe de gabinete de la gobernación. También nombró como asesor principal a David Polyansky, que hasta ahora oficiaba de recaudador y era considerado un genio de las finanzas porque le había conseguido 20 millones de dólares para la campaña en apenas un mes. Aunque su genio parece haberse apagado después de que se informó oficialmente que la disponibilidad de efectivo para conseguir votos se había reducido a 2,6 millones sin mayores resultados.


De Santis construyó su candidatura alrededor de la idea de que es “un Trump más limpio” y pone la agenda ultraconservadora que está imponiendo en Florida a disposición del resto del país. Para llegar a la nominación debería intentar amalgamar a los trumpistas que se atrevan a dejar a su líder una vez que entiendan que no podría llegar nuevamente a la presidencia con el peso de los juicios y a los que nunca lo quisieron. Esta semana De Santis comenzó por decir lo indecible para los trumpistas auténticos. En una entrevista con NBC News, el gobernador por primera vez dejó de darle vueltas a si Trump ganó en 2020. “No, por supuesto que perdió”, dijo. “Joe Biden es el presidente legítimo”. Después de más de 1.000 días de juegos dialécticos y de esquivar definiciones concretas, pareciera que De Santis entendió que si quería ganarle a Trump debía ir contra su “gran mentira”.


“Estas elecciones tienen que ser sobre el 20 de enero de 2025 (día de la asunción del nuevo presidente), no sobre el 6 de enero de 2021 (día del asalto al Capitolio)”, recalcó De Santis en Waverly, Iowa, durante su gira en autobús por ese que es el primer estado de peso en el que se vota en esta primaria. Habrá que ver si los votantes del partido ven el volantazo del gobernador como auténtico o como oportunista.


“Siento que los republicanos quieren una alternativa a Trump y entendieron que De Santis era algo así, pero luego hicieron una evaluación más profunda y vieron que, no, no es él”, comentó al New York Times, Rick Tyler, un estratega republicano que trabajó en varias campañas presidenciales y que se opone a la nominación de Trump. “Es claramente una persona inteligente. Pero no tiene ni idea de cómo postularse para presidente y ni idea de cómo vencer a Trump porque tratar a Trump como alguien racional, que va a jugar con reglas determinadas no funciona. Sabemos que eso no funciona”.


Y todo esto es apenas un ensayo de lo que va a ser la verdadera puesta en escena del primer debate de la interna del partido en diez días en Milwaukee. Un evento crucial para ver si De Santis, finalmente, se convierte en un rival serio para Trump o si esto se va a terminar siendo, como muchos temen, una campaña en la que el candidato sólo se enfrente a fiscales y jueces. Y por supuesto, Trump ya puso en duda su participación. “Si vas ganando por 50, 60 y 70 puntos, ¿lo haces o no?”. preguntó Trump a la multitud en un acto celebrado el martes en New Hampshire. “No lo sé. ¿Debería hacerlo?”


Va a mantener en vilo a los suyos hasta la noche del 23 de agosto y al resto del país y al mundo hasta que se termine de definir la candidatura republicana para enfrentar al demócrata presidente Joe Biden en las elecciones del martes 5 de noviembre de 2024.

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